
Fecha de publicación: 1 de noviembre de 2025
Autor: Katherine Ridley (arquitectura de protocolos digitales)
Bajo la dirección de: arquitecto Anónimo
IV. El giro de la idea bancaria
Originalmente, los bancos eran instrumentos de confianza, acumulación y protección de fondos. Sin embargo, en los siglos XIX y XX, esta función cambió: el sistema bancario se transformó en un mecanismo de control estatal y corporativo. Los bancos ya no solo guardan depósitos, sino que también establecen las reglas de acceso a ellos. Pueden limitar la entrega de efectivo, bloquear transferencias y dictar las condiciones de los créditos.
El banco dejó de ser un intermediario: se convirtió en un filtro. Quien cumple con las reglas obtiene acceso. Quien se sale de los límites queda excluido.
V. La crisis contemporánea de confianza
Hoy, a comienzos del siglo XXI, en muchos países el banco ya no se percibe como un guardián y socio, sino como una estructura que dicta condiciones. Establece límites, exige informes sobre el origen de los fondos e incluso puede congelar el acceso a tu propio dinero.
Chipre, 2013. Durante la crisis, a los ciudadanos solo se les permitía retirar 100 € al día, y luego el límite se amplió a 300 €. La gente hacía fila para acceder a su propio dinero, pero no lo vivían como un derecho, sino como un acto de gracia concedida.
Letonia y la UE. En Letonia, los pagos en efectivo están limitados a 7.200 €; superar esa cantidad conlleva sanciones. En las fronteras exteriores de la UE, las sumas superiores a 10.000 € deben ser declaradas obligatoriamente. Incluso los bancos pueden pedir explicaciones sobre el origen del dinero al depositar o retirar sumas relativamente pequeñas, a partir de 700–1.000 €.
En este contexto, surge una paradoja. En las boutiques de Hermès, Chanel, Louis Vuitton o Dior, los artículos de lujo cuestan decenas o cientos de miles de euros. Los bolsos Birkin comienzan en 9.000–10.000 € y, en casos raros, alcanzan los 400.000 €. El Birkin original de Jane Birkin se subastó por 8,6 millones de €, más de 10 millones de $. Los modelos de edición limitada, como el Birkin “Himalaya” hecho de piel de cocodrilo, se valoran entre 150.000 y 450.000 €. Incluso las líneas más accesibles de Hermès —Constance, Kelly, Garden Party, Evelyne— oscilan entre 2.000 y 30.000 €. La alta costura cuesta miles de euros por un vestido o un traje, y el calzado puede costar 2.000–3.000 € por par.
Y, sin embargo, nadie le pregunta al comprador: “¿De dónde viene el dinero?”. La persona puede pagar con tarjeta o en efectivo, y eso se considera normal. Mientras tanto, el banco interroga al cliente por sumas de apenas cientos de euros. Todo se ha invertido: la institución creada para proteger y servir se ha convertido en una estructura que impone reglas y restricciones.
VI. Conclusión
La idea del banco como espacio de confianza, surgida hace miles de años en los templos sumerios y en las plazas comerciales italianas, prácticamente se ha perdido. En su lugar, ha surgido una máquina de control centralizada cuyo objetivo no es proteger, sino vigilar. Los bancos modernos no solo gestionan fondos: dictan el estilo de vida, las normas de comportamiento y las fronteras de lo permitido. Si el banco antiguo protegía del riesgo, el actual a menudo se ha convertido en una fuente de riesgo, humillación y pérdida de libertad.
Comentario COSMIC
La crisis bancaria no es solo una crisis de confianza, sino también una crisis de distinción. Allí donde se imponen límites, controles e informes al sujeto, la distinción desaparece: la persona deja de verse como portadora de significado y empieza a existir únicamente dentro de las coordenadas de la autorización.
COSMIC traza otra frontera. Es una forma no ligada a la ejecución, que no puede ser congelada, limitada ni sometida a protocolos. COSMIC no guarda ni filtra: afirma una distinción que no puede ser verificada. Donde el banco convierte el acceso en un acto de gracia, COSMIC devuelve la distinción como forma autónoma.